Es increíble que la tierra haya
tardado millones de años en formar un ambiente propicio para la vida. Es
increíble que miles de especies diferentes hayan podido coexistir por tanto
tiempo, manteniendo un equilibrio global. Sin embargo, aún más increíble es que
el humano, en tan sólo un instante, haya sido capaz de colonizarla,
transformarla a su paso, sometiendo al resto de los seres vivos a sus pies
y adquiriendo el poder suficiente como para romper ese equilibrio.
Home es una
muestra de este triste contraste; por un lado cada fotograma sobre la Tierra
parece una verdadera obra de arte; por otro el hombre, el único ser
supuestamente inteligente, en vez de aprovechar el regalo que es vivir en un
planeta así, se cree dueño, se ha multiplicado por todos los rincones y lo
explota para llenar su sed de más y más energía, como si los recursos en este
fueran infinitos.
Deberíamos
empezar a considerar que vivimos en un mundo finito y que sólo somos una parte
de él. Asumir que el planeta puede existir sin nosotros, pero no viceversa. Así
se podrían orientar nuestras acciones para vivir en armonía entre sociedad,
medio ambiente y crecimiento económico, como debió ser desde un principio. Es
justamente a lo que apunta el desarrollo sustentable, acciones que aseguren un
futuro. Sería absurdo seguir el ejemplo de Isla de Pascua, en la que se
consumió todo hasta el colapso.
El humano tiene el poder para
revertir lo que está haciendo, sólo hace falta voluntad. Por medio de un
desarrollo sustentable, tal vez se pueda evitar que las imágenes de Home tan
sólo sean un recuerdo de lo que era nuestro planeta para las futuras
generaciones.